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LA LEY SCOUT

La Ley Scout es el marco de referencia fundamental de la propuesta Scout. Es algo común a todos los scout del mundo, adaptándose a cada cultura y edad. En ella queda reflejado nuestro estilo de vida.

 

Sin embargo nunca se debe olvidar que, como dice BP: “el joven no está dirigido por prohibiciones, sino guiado por indicaciones positivas. La Ley scout está establecida como guía de sus actos, no como un instrumento de represión de sus defectos”.

 B.P: pensaba que si la Ley Scout tuviese un undécimo artículo sería el siguiente: “El Scout no es un tonto”. Sabe evaluar una situación con su propio criterio, considera los dos aspectos del problema y tiene el valor de atenerse a lo que sabe que es la solución más justa.

El joven no está dirigido por prohibiciones, sino guiado por indicaciones positivas. La Ley scout está establecida como guía de sus actos, no como un instrumento de represión de sus defectos.

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ES DIGNO DE CONFIANZA

Una persona es digna de confianza cuando sus palabras son coherentes con su vida interior. Es alguien en quien se puede confiar, dice lo que cree y cree lo que dice. Es una apertura interior que no permite encontrarnos con la persona tal cual es.

Un verdadero Scout pone su honor en merecer confianzaz. En que su"sí" es "sí", y su "no" es "no". No cifra su honor en el dinero, el nombre, el exito, el poder u otras condiciones similares que a menudo enorgullecen a las personas. Todo su honor reside en que los demás confían en él porque sus actos son fieles a sus  palabras

ES LEAL

La lealtad-ola fidelidad, que es lo mismo- es la persistencia de nuestra fe en lo importante. Es vivir dentro del reconocmiento de lo permanente, de lo durable. Es la perpetuación sin fin del combate contra el olvido o la negación. Por la lealtad nuestra existencia reconoce una historia como propia y nuestra personalidad se hace estable, firme y constante.

No se trata de ser fiel a cualquier cosa: eso no sería lealtad sino rutina, testarudez, evasión o comodidad. La lealtad depende de los valores a que se es fiel. La fidelidad a tonterías es una tonteria más. No se cambia de amigo como de camisa, y sería tan absurdo ser fiel a una camisa como culpable no ser fiel con los amigos.

SIRVE SIN ESPERAR RECOMPENSAS

Vivir en sociedad es más que coexistencia, es una invitación a convivir constructivamente entregando nuestro mejor esfuerzo para alcanzar nuestra felicidad y ayudar a los demás en la construcción de su propia felicidad. En esta convicción, promovemos en los muchachos que este esfuerzo debe ser realizado sin buscar una recompensa material o espiritual, solo la alegría de ver felices a los demás al alcanzar sus deseos y metas con nuestra ayuda. Los scouts creemos que la invitación a compartir con los otros tiene una de sus más plenas manifestaciones a través del servicio. Creemos que servir a los demás es mirar con cuidado y respeto al ser humano.

No creemos en el servilismo que humilla a quien da y a quien recibe, ni en el menosprecio que se disfraza de falsa compasión. Creemos en el amor que nace del respeto y que se transforma en una actitud permanente y profunda de solidaridad, de estar con los otros y ser uno con ellos.

COMPARTE CON TODOS

Compartir es practicar el desprendimiento. Por una parte, el desprendimiento material, poniendo al servicio de los otros los bienes que poseemos. Pero más profundamente, compartir es tener una actitud abierta hacia las demás personas y sus particulares formas de ver el mundo y vivir la vida.

Compartir no es simplemente dedicar tiempo a los demás, es abrir nuestra vida para que los otros también tengan un espacio en ella. Los hombres y las mujeres que comparten son personas valientes que se han atrevido a vencer sus miedos, que han confiado en los demás y que han sabido mirar por encima de los prejuicios para descubrir al otro y descubrirse ellos mismos.

ES ALEGRE Y CORDIAL

Un niño normal, sano, grita de alegría cuando termina la clase y un nuevo período de la jornada comienza. Ama la novedad, lo imprevisto, la aventura. Como quien muerde una manzana, acomete la vida con alegría, con ganas. Pensamos que mucho podemos aprender los adultos de esta alegría infantil que es también propia de los jóvenes, porque así es como la vida vale la pena vivirla.

 

La alegría no es comicidad pasajera, es una actitud permanente. No es reírse de cualquier cosa, eso sería carcajada vacía, humor vano. Alegría no es reírse de los demás, eso es más bien sarcasmo, burla o ironía, que lastiman y no construyen. Se trata de reír con los demás y no contra los demás. La alegría de vivir no impide la responsabilidad ni la seriedad, pero la seriedad no debe confundirse con la gravedad. La persona alegre nunca se considera demasiado importante, por lo que no teme reírse de sus propios absurdos.

PROTEGE LA VIDA Y LA NATURALEZA

La vida está en la frescura de la mañana. Se manifiesta aún en el dolor de la enfermedad y el horror de la guerra. La vida se hace presente en el encuentro con los amigos y en la añoranza de su afecto cuando están ausentes. La vida es sonido y silencio; el de los hombres y el de la naturaleza. La vida está en nuestros logros y en nuestros fracasos. En el hombre y la mujer que se abren paso y desafían los misterios de la ciencia y de la tecnología. La vida hace al ser humano y el ser humano está llamado a respetar la vida.

 

Respetar y proteger la vida es proteger y potenciar al ser humano, hombre y mujer, niño, joven, adulto y anciano, sin importar su origen, raza, credo, pensamiento político o condición social, reconociéndolos poseedores de una dignidad intrínseca y de unos derechos iguales e inalienables que permitan a todos los miembros de la familia humana vivir en libertad, justicia y paz.

ES RESPONSABLE Y NADA HACE A MEDIAS

Cuando un scout se compromete actúa en consecuencia: cumple lo anunciado porque es digno de confianza, completa lo iniciado porque valora el trabajo. Quien se compromete organiza su tiempo para lograr el objetivo que se ha propuesto, respeta la necesidad de los otros, aborda sin excusas la tarea y la saca adelante. Y lo hace porque dijo que lo haría, sin vanagloriarse por haber enfrentado una tarea que se había comprometido a asumir. Y procura hacerlo bien, con resolución y energía buscando siempre lo mejor.

ES OPTIMISTA

Baden-Powell recomendaba ver el lado luminoso de las cosas y no el sombrío. Tal vez decía eso porque el optimismo es expresión de felicidad y el fundador de los scouts consideraba que el verdadero éxito es la felicidad. Quizás por eso mismo la vida enfrentada con optimismo tiene sabor a triunfo y transmite la sensación de que se le está sacando el jugo a la existencia.

 

No faltan motivos para entristecerse o enojarse, abundan las razones para desconcertarse y hasta para desesperarse. La tristeza, la ira, el desconcierto, el pesimismo y la desesperanza hunden sus raíces en el temor. Temor al porvenir, temor a no poder controlar todo lo que nos pueda suceder, temor a que nuestra reacción no esté a la altura de las circunstancias. Y quizás ese temor se origine en una gran vanidad, en creernos demasiado importantes o demasiado poderosos.

CUIDA LAS COSAS Y VALORA EL TRABAJO

La historia del quehacer humano, los profundos cambios –sociales y económicos, científicos y tecnológicos- nos han llevado a la falsa ilusión que el progreso y el desarrollo están en el avance de la ciencia o en el manejo de la tecnología, incluida la informática. Ciertamente que, aplicadas en la dirección correcta, ciencia y tecnología, como otras ramas del conocimiento humano, permitirán al hombre mejorar su calidad de vida. Pero ellas no son nada sin el trabajo del hombre.

Porque valoramos al ser humano y respetamos los sueños y utopías de los miles de hombres y mujeres que se esfuerzan día a día, es que los scouts valoramos el trabajo. Y porque son el resultado del esfuerzo humano, es que los scouts cuidamos las cosas.

CUIDA LAS COSAS Y VALORA EL TRABAJO

Esta última propuesta de la Ley, que Baden-Powell agregó a su texto original con posterioridad, se refiere a la integridad y no pretende aportar nada nuevo a las anteriores. Solo tiene por objeto ayudar a cada joven para que escrute la rectitud de espíritu con que ha aceptado y vive todas las otras propuestas.

Así, la coherencia, entendida como rectitud de corazón o rectitud de conciencia, se opone a todo aquello que hacemos de mala gana o con otras intenciones, a todo lo sórdido con que uno pudiera contaminar, profanar o corromper el sentido de lo que piensa y hace. Es incoherente decir la verdad solo cuando nos conviene, simular la lealtad, utilizar a los otros bajo la apariencia de servirlos, compartir solo con aquellos de quienes podemos obtener un provecho, amar al otro como si fuera un objeto, disfrazar la burla con humor, hacer las cosas por cumplir, decir una cosa y pensar otra.

Por eso esta última propuesta invita a examinarse, a plantearse constantemente cuánta coherencia e integridad hay en nuestra alma, en lo que pensamos, decimos y hacemos. No es una prescripción externa de comportamiento ni mucho menos una prohibición de decir malas palabras. Es una pregunta lacerante que nos confronta con el sentido profundo de nuestro compromiso: “los valores que viven en mí, ¿son lo que parecen ser?”

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